jueves, 28 de noviembre de 2019

Maligno: volver de la muerte


Después del último concierto de la gira jujeña de presentación del primer disco de la banda, el cantante, José Luis, contó que lo más difícil del trabajo que realizaron durante el año fue el sacrificio de todos los integrantes para poder continuar con la banda; “el disco estaba grabado y preparado para salir, pero tuvimos inconvenientes en la formación. Se fueron todos, solo quedamos mi hermano guitarrista y yo .Armamos una formación nueva y tuvimos que arreglar todo de nuevo, incluso las canciones, con otro estilo, porque el batero viene del Black, el bajista del Death, y hay influencias Heavy y Thrash. Había que adecuar los temas a lo que cada uno podía aportar desde sus influencias y lo grabamos en tres meses”.

Con esta mezcla de estilos e influencias, ¿cómo denominarías a Maligno hoy?

“Es Thrash pero con influencias Death y Black; solo basta escuchar lo que hacemos. Hay voces guturales, y varias cosas de todos los estilos”.

¿El último concierto fue oficialmente el cierre de la gira?

“Así es; la semana pasada tocamos la última fecha en Jujuy ya que estuvimos promocionando el álbum desde que salió en junio, y tocamos todos los meses en San Salvador. Los chicos decidieron parar un poco y esperamos propuestas para salir de la provincia, pero tampoco podemos ir tan lejos porque los integrantes tenemos empleos privados”.  



¿Es difícil mantener una banda en el Under?

“A pesar de todo, tuvimos la suerte de poder comprar todo lo que tenemos, incluso equipo completo de batería. Pudimos hacerlo y los integrantes solo tienen que tocar sin pretensiones, Maligno tiene todo”.

¿Es difícil mantener el proceso de grabación, edición de singles, grabar video clips, y trabajar siempre de esa forma?

“Más allá de todo eso, tenemos un día por semana para ensayar, por nuestros trabajos, y no podemos coordinar horarios extra. Tenemos algo fijo y de dos a tres horas para componer y arreglar canciones. Estamos preparando el segundo disco y ahora todos tienen la libertad de aportar ideas”.



¿Cómo será el futuro de Maligno en los próximos meses?

“Continuaremos componiendo y tocaremos en Salta y Tucumán. Con suerte, a fin de año tendremos algunas ideas concretas para empezar a grabar”.


martes, 26 de noviembre de 2019

Profanación: demonios en el Paraíso


Meses después de relocalizar la banda en Los Angeles, California, el guitarrista y cantante Jorge “Blackie” Rodríguez, contó que mantiene el contacto con músicos y bandas del noroestes y otras regiones argentinas. Eso le hizo saber que la diferencia entre la escena californiana y la de la región del norte “no es mucha, solo en el idioma. Donde vayas verás metaleros que tendrán la misma remera que puede tener la gente de Argentina, aunque aquí ves más de Hermética y V8, bandas que no se conocen allá. Además, acá es como que se juntan todos los estilos en un recital y allá se separan, los Thrashers por un lado, los Deathers por otro, los Blacks por otro”.

¿En qué etapa de trabajo están?

“Estamos componiendo el próximo disco. Tenemos seis canciones y tratamos de hacer algunas más para completar el disco, siempre en la línea Brutal Death Metal. Por lo que creemos y lo que nos comentaron algunos amigos que escucharon las primeras tomas, este disco es un poco más técnico que el anterior”.

¿Qué es lo más difícil para trabajar y editar un disco?

“Mantener el tiempo, porque no compongo cosas lineales o estáticas, sino que las cambio constantemente para componer. No llevo ritmo y me complico porque no puedo guiarme con un metrónomo”.

¿Con qué músicos estás trabajando?

“Por ahora estoy componiendo solo, luego nos reuniremos con el bajista, Matías, para definir el batería con quien grabaremos el material”.



¿Lo grabarás en Argentina?

“No, en California. Estamos pensando hacerlo en el estudio casero de un amigo, y creo que lo masterizaremos con gente de Nuclear Blast”.

A pesar de las modas y tendencias el Brutal Death sigue vivo, ¿cierto?

“Por supuesto, está vivo, al igual que el Slam, el Black Metal y el Death”.

¿Como ves que hayan surgido en California, una ciudad que se identificó siempre con otros estilos?

“El nuestro es un estilo que abarca a todas las edades y nacionalidades, eso no puede evitarse ni negarse, porque conocerás bandas que hacen Brutal Death en Grecia, Rusia, Checoslovaquia, y muchas otras ciudades y países. Cuando tocamos en vivo saludos y decimos que somos Profanación, de Argentina, y todos saben de dónde venimos”.



lunes, 25 de noviembre de 2019

Midriasis: el mejor momento


Sandro, cantante de la banda, aseguró que a pesar de haber estado en el grupo durante un año, puede afirmar que están “en una de las mejores etapas. Tenemos canciones propias. Por muchos años estuve cantando  en diferentes bandas y conseguí este lugar donde me siento identificado con lo que chacen Midriasis y creo que son uno de los mejores momentos. Además de los covers que podés tocar en recitales para divertirte me interesa mucho que tengamos canciones nuestras, en las que las letras hablan de cotidianeidad, del laburante, del pobre, de eso se trata la banda”.



Martín, baterista del grupo, opinó de la escena metalera de los últimos años, considerando que “siempre fue difícil por los lugares para tocar. Se abrieron algunos como C.A.J.A. y otros, con nueva gente, que es lo que más da fuerza al Heavy Metal y a toda la escena. Pero así como se abren lugares hay que considerar el aguante a las bandas locales, a quienes vienen de afuera, entrando y viendo conciertos. Esto no tiene que perderse, somos una familia, todos nos conocemos. Los grupos de Salta, Tucumán y Jujuy nos conocemos y veo muy bien a la escena”.

Por otro lado, Sandro contó cómo encaran la composición en la banda desde su ingreso, explicando que “en los grupos en los que canté o toqué la guitarra, y cuando escribí letras, siempre lo hice pensando en la necesidad de los pobres, los trabajadores, el obrero, de quien anda detrás de un mango, sobre todo en estos tiempos con la situación en la que estamos. Siempre traté de inspirarme en las cosas que vivimos día a día, porque quienes estamos en la banda somos trabajadores. Quienes hacen Heavy o tienen una banda son trabajadores, no se puede hablar de otra cosa”.



Martín contó además que “Horacio, Rodrigo y yo compusimos la música antes de que entre Sandro. Lo conocimos de otras bandas, sabemos cómo escribe y las canciones que hicimos quedaron para la banda. Pusimos melodías y Sandro la letra. Pensamos grabar después de los recitales de enero, nos meteremos en el estudio para sacar el primer disco y salir de gira con él”.



martes, 12 de noviembre de 2019

Caíto Garzón: historias en el bajo


El músico jujeño recordó sus comienzos en la música, cuando apenas tenía entre 16 y 17 años, con su gran amigo Martín y el baterista “Bacho” Auad, con quienes formó su primera banda, “Sanguis”; “ellos de chicos iban a la iglesia y se les pegaron palabras en latín, de ahí viene el nombre. Hacíamos dos temas de Martín, siempre temas nuestros, apuntando a la música propia”.

“Meses después conocimos a un chico de Perico apodado “Zancudo” y formamos “Restos Rock”, y también tocábamos canciones propias. Teníamos cuatro o cinco temas. Era un homenaje a Sumo y el nombre viene de que éramos restos de otras cosas previas. Ese año se hizo un festival organizado por los chicos de SSJ Rap en Teatro Mitre donde tocamos tres o cuatro temas, y duramos hasta el  ´92 o ´93”.

A La Yugular entre rockeros



Cuando sus compañeros de banda se mudaron a otras ciudades para estudiar una carrea universitaria, Carlos permaneció en Jujuy  y conoció a los músicos Guille Manero y Demián Salerno, de la banda La Yugular; “fue en el 96; formamos un grupo que se llamaba “Balero Vudú” y hacíamos versiones de The Doors. En ese tiempo Demián era fanático de la banda. También estaba el tecladista Martín Lorenghel, que aprendió el solo de “Light My Fire” entero, y la tocamos una sola vez, en Colegio del Salvador, en un evento privado”.

Caíto también integró una de las primeras formaciones de La Rockera, en la que estaban el cantante Raúl Abram con el guitarrista pedro Gennari y el baterista Manuel “Monty” Cusi, quienes integrarían Battle Cry.”Los conocí en 1999 y tocamos juntos un año, una vez en un bar en calle Lamadrid. Ensayábamos en el taller de Seba, y esa época estuvo buena. Se armaban ensayos con muchas cervezas, pero en 2000 me fui. Ellos eran más Hard Rockeros y yo soy de otro palo, pero igual la pasé bien”.

Del Jazz al cabaret



Cuando su amigo Sebastián “Bacho” Auad comenzó a organizar recitales de Jazz, lo invitó a tocar junto a otro músico, Santiago Arias, que a pesar de tener 15 años en la época, ya se perfilaba como un gran instrumentista. “Tenían un trío con Bacho en batería, Alejandro “Droopy” García en guitarra, y Santi tocaba el bajo. Droopy estaba limitado en la guitarra y Santi era un virtuoso, tocaba todo; Bacho lo mandó a tocar la guitarra y me invitó a tocar el bajo. Nunca había tocado Jazz y nunca toqué, inventaba todo. Un día, Santi me explicó todo y pasé dos semanas estudiando 20 canciones. Aunque no se toca así, las memorizaba. Toqué con ellos 5 meses, en 2004. Nos presentábamos todos los viernes en un local de calle Güemes, que era chico pero under y bohemio. Aguanté 5 meses porque no tocaba Jazz, me perdía y era como sacarle una pata a una mesa. Al final me fui del Triciclo. Un año y medio después Bacho me llamó para tocar en Cabarette”.

Público y experiencias



Caíto considera que el público jujeño, para esta y otras bandas, “siempre fue difícil; no veíamos respuesta de la gente y hacíamos de todo, buenas canciones. Habíamos grabado, la banda era buena; teníamos a Pablo Alemán cantando, a Seba Salazar, Bacho, Droopy, músicos geniales, pero el público jujeño siempre fue muy frío, siempre mirando afuera, nunca apuestan por el arte local. Si hacés covers de cualquier banda, mala o buena, siempre buscan las versiones, más de Los Redondos o de La Renga”.

Al haber estado en varias bandas, tuvo muchas experiencias, y marca que no hay malas situaciones, pero recuerda que en un recital de Cabarette en un local en calle Lamadrid “un amigo, “Gordo” Rafa, andaba por ahí. Había un escenario de un metro de alto y se veía todo el salón. Rafa andaba con ganas de pelar, como siempre, y desde el escenario veía que andaba como un tiburón en el agua, con un puño alzado, hasta que encontró un candidato y le metió un puñetazo. Ahí se acabó la fiesta”.

“En otra ocasión, en el mismo local, tocamos con otras bandas y había barderos en la puerta y se armó una pelea. Alguien hizo tiros en la puerta. Un chico que trabajaba de mozo en el local había ido a trabajar en la camioneta que su padre usaba para trabajar, y los chicos hicieron lío. Cuentan que quien hizo los tiros a la puerta lo hizo porque no lo dejaban entrar”.

“Los años te dan experiencia y te das cuenta cuándo tocás bien, cuando la banda suena bien. Y el público era indiferente. De 50 personas que decían “qué buena la banda”, 4 o 5 iban al recital, y cuando tocás tus temas, en el 4º te piden canciones de Sumo o Los Redondos, y si sos Heavy te piden V8. Esas son las malas experiencias: cuando, a pesar de los años, no funciona. Cuando empezamos, en la década de 1990, la mentalidad siempre fue hacer temas propios. Había buenas bandas, como Sangre en Polvo o 30 Metros, de Perico. Todos los que empezaban a hacer algo lo hacían con temas propios, a lo que uno siempre aspira, a ser vos. No querés ser “tributo a”. Y con los años esa forma de entender el mundo se fue perdiendo, porque hoy por hoy se empieza haciendo covers, y cuando vi esa indiferencia de la gente me harté y pensé que no había forma de abrir la cabeza de la gente y que cambie”.



Entre los buenos recuerdos de Caíto está haber tocado en la fiesta de cierre del festival de cortos de cine de Huayruro, con el dirigente Carlos “el Perro” Santillán pogueando con el público; y explica que terminó tocando el bajo en bandas por su conocimiento: “tocaba la guitarra, y con Martín, mi amigo del alma, siempre guitarreábamos, sacábamos canciones. Cuando armó el grupo todos éramos guitarreros y sabíamos los acordes por los cancioneros en esa época. También estudié un mes con González, de Kamasutra, y me enseñó las notas del diapasón. Bacho armó el grupo y el único que sabía las notas era yo, porque el bajo era como una guitarra con dos cuerdas menos, son las mismas notas en la misma posición. Cuando empezamos nadie sabía las notas del bajo excepto yo, por eso agarré el bajo, no había bajista. Quizá fue algo inconsciente, aunque recuerdo que en la primera época de la banda escuchaba mucho a Los Fabulosos Cadillacs y lo que más me llamaba la atención era su bajista, Flavio. Es un gran bajista; lo escuchaba y me encantaba”.

Rebeldía y estrellas



Caíto también se refirió a si falta rebeldía en el Rock, considerando que “la gente se fue cerrando en cosas tontas; antes había más cabeza para enfrentar las cosas. Ahora tal vez uno se pone viejo y bobo pero ve que la juventud está cada vez más tonta. Seguro algo así les pasó a nuestros padres, pero antes había otra mentalidad, como hacer música propia. Todos eran más bohemios, más románticos, cada uno hacía sus letras y canciones. Eso forma parte de la rebeldía. Hoy, si no tenés celular o cuenta en Facebook o Whatsapp estás fuera del mundo y te meten en ese mundo a la fuerza”.

Además, dice que en Jujuy “hay estrellas de Rock pero no se las conoce. Hay bandas muy buenas, chicos que están trabajando desde hace años y grupos que recién comienzan pero suenan muy bien. No sé si podríamos decir “estrellas” pero seguro hay grandes músicos. Nunca se llega a formar un mercado porque no hay público, el público no llega a apreciar la música propia, siempre mirando para afuera. Es una cuestión del jujeño: lo que hay afuera siempre es mejor. Acá hay muy buenas bandas, como Napia, Tripulantes, La Yugular, La Rockera en su momento, o Battle Cry, pero no se las valora, y hay muchos músicos que se pierden en el camino por la indiferencia de la gente”.

Fotografía 2 cortesía Carolina Vera / www.facebook.com.

        


lunes, 11 de noviembre de 2019

Cabarette: doble compromiso


Cabarette tocarán dos fechas este fin de semana en Capital, ambas junto a otras bandas de la escena. El primer recital se realizará a las 17 en Centro Cultural Manuel Belgrano, como parte de una convención de tatuadores, y la segunda será a beneficio de instituciones de lucha contra la adicción al paco, en calle Virrey Toledo 70.


miércoles, 6 de noviembre de 2019

Vadra: el fin de la humanidad

La banda de Death estrenó días pasados el lyric video de su canción “Bestial Demonio”, adelanto de su primer disco “En las profundidades del Horror”.

Además, confirmaron que el álbum tendrá 10 canciones, aunque todavía no confirmaron la fecha de edición del mismo.


Fotografía de la banda: Rock N´Loca.

 


martes, 5 de noviembre de 2019

Juramos lealtad al Estado del Rock N´Roll


“Cuero y metal son nuestro uniforme
protegiendo lo que somos”.
Metallica


A fines de la década de 1980 y principios de la del ´90, antes de que el Grunge ocupara el lugar que el Hard Rock y el Heavy Metal tuvieron durante más de una década y las camisas a rayas y los pantalones rasgados ocuparan el centro de la escena, un rockero/metalero era criticado, discriminado y atacado frecuentemente por su vestimenta. Principalmente por vestir continuamente remeras negras con imágenes que para quienes no eran como ellos, representaban guerra, sangre, muerte y desolación. Básicamente, por vestir remeras de sus bandas favoritas.

Actualmente, atacar a alguien por su vestimenta es socialmente condenado al instante, pero en esa época, los rockeros/metaleros tenían que defenderse de ataques continuos sin defensores en instituciones, marchas, micrófonos ni cámaras, sino manteniendo sus convicciones y amando a sus bandas favoritas. Y cualquiera podría pensar, “si eran atacados por su vestimenta, ¿por qué no la cambiaban?”

Porque para un seguidor, vestir la remera de una banda no representa solamente usar una prenda de vestir, sino compromiso, amor, dedicación y lealtad. Al contrario de lo que se piensa y dice en la actualidad, que usar una remera de Nirvana o Guns N´Roses es “vintage” o “cool” (¿por qué creen que hubo semejante lío entre Slayer y “las Kardashians?”), ver a alguien usándolas  significa que esa persona tiene todos los discos de esa banda, o hará lo posible por tenerlos, que conoce a cada uno de los miembros como si fueran sus vecinos, y que en un mundo donde los ídolos son descartables y todos buscan “el próximo tema del verano”, las canciones de su banda favorita son la banda sonora de su vida, y lo seguirán siendo hasta el final de su tiempo en la tierra.

Vestir la remera con la imagen o logotipo de una banda significa además pertenencia a un grupo, una tribu. Individuos iguales con un sentimiento común que solo la música de ese grupo puede proveer. No importa de qué país, barrio o raza seas, tu nivel económico o tu trabajo, cuando vas a un recital usando una remera de la banda que está sobre el escenario, la persona a tu lado es tu hermano, hermana, es igual a vos.
Eso es lo que nos recuerdan los esqueletos y calaveras de muchas remeras que usamos: en el final, todos somos iguales por dentro. Y ese es uno de los mensajes más fuertes del Rock y el Metal.

Una remera de una banda de Rock o Metal es además arte en un soporte no convencional: no necesitamos viajar a la Capilla Sixtina o al Museo del Prado para deleitarnos con las creaciones de Derek Riggs, Mark Kostabi o Pushead, están ahí, al alcance de la mano, con todos sus detalles. Y al igual que los trabajos de Dalí o Goya, todas muestran una época, un momento del grupo, un sentimiento que quedó grabado, primero, en un disco, y luego en un trozo de tela.

“Si a una persona que tuvo un problema le sirve usar una camiseta con mi cara para sentirse mejor, está bien”, dijo Axl Rose en una entrevista alguna vez. Y no hay seguidor del Rock y el Metal que no haya pasado por un momento difícil que no haya encontrado consuelo en la música de sus ídolos. Por eso las remeras negras de bandas, y principalmente la música de estas bandas, no son una tendencia o una moda. Son un estilo de vida, compañeras que mejoran un buen momento o hacen que uno malo no dure mucho.

Una remera negra de una banda de Rock o Metal hablará siempre de un momento específico de la historia, de sentimientos, de lugares, de formas de pensar. Y será la armadura de su portador cada vez que la use, más allá de lo estético o lo musical. Será su declaración de amor y lealtad a la música, y de compromiso con sus sentimientos. Por estas y otras razones, también serán el juramento de lealtad al Estado del Rock, el Hard, El Thrash, o cualquier otro estilo que esté representado en esa tela.




 


viernes, 1 de noviembre de 2019

Tripulantes: conductores de la máquina rockera

Durante su carrera, Tripulantes grabaron dos discos, tocaron con muchas bandas argentinas, y llevaron su música a escenarios en Córdoba, Tucumán y Salta, entre otras provincias.



Después de 9 años de trabajo intenso, produciendo, grabando y tocando, el cantante Juanjo Rojas cuenta que están “en una etapa de transición; fue un año en el que nos abrimos para concretar proyectos personales de vida, en mí caso el de terminar mi Carrera en el Profesorado de Educación Física”.



Juanjo fue quien le dio forma a la música de la banda durante mucho tiempo; “en el primer disco trabajamos  principalmente en mis ideas y composiciones, para el segundo hubo más participación del guitarrista Sebastián Alfaro, que aportó ideas y compuso temas”.



Para muchos, el Rock y el fútbol están muy unidos en Argentina, al punto que algunas hinchadas adoptan melodías y agregan sus letras para alentar a los equipos. Sobre ello, Juanjo concuerda diciendo que “el fútbol y el Rock siempre estuvieron ligados, hay muchas canciones relacionadas a ídolos de este deporte, y sería un orgullo escuchar que una hinchada use la melodía de una canción tuya. Escuchar a una hinchada cantar algo así debe ser espectacular”.

Stream "Fuego en el Cielo" (disco completo): https://www.youtube.com/watch?v=6NKihKbgeTY 


UnaKan: Concilio Heavy

  Antes de entrar en detalles hay que ser sinceros: el esperado nuevo capítulo/E.P. de UnaKan, “El Concilio” es una obra maestra de Heavy Po...